sábado, 19 de mayo de 2012

Y me enamoró, aunque era un hada alada y yo seguía siendo nada no importó,


Amaneció, la vi irse sonriendo, con lo puesto,
por la puerta del balcón, el pelo al viento
diciendome adiós, porque decidió que ya
estaba hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón,
de trovadores de contenedor.


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