lunes, 9 de abril de 2012

En estos días no sale el sol, si no tu rostro, y en el silencio sordo del tiempo, gritan tus ojos.

Estas bien, vas con otra, me apeno y sonrió,
pues recuerdo las noches que temblaste en mi mano,
como tiembla la hoja a la humedad del roció,
o el fulgor de la estrella que desciende al pantano.
Te perdono, y es poco. Te perdono, y es todo,
yo que amaba tus formas, mas amaba tu amor,
y empezó siendo rosa lo que luego fue lodo,
a pesar del perfume y a pesar del color.
Hoy prefiero mil veces sonreír aunque pierda,
mientras pierda solo el derecho a tu abrazo,
y no ser el que olvida, mientras ella la que recuerda,
y tu bajes el rostro y ella lo vuelva si paso.
Quien te lleva no sabe que paso mi tormento,
y me apena su modo de aferrase a lo vano,
ella se aferra a la rosa, pero olvida que el viento,
todavía dirige su perfume a mi mano.
Y por ser quien conozco tus angustias y anhelos,
te perdono si pasas y no me saludas,
pues prefiero el orgullo de perderte con celos,
a la angustia que ella siente de tenerte con dudas.
Y mañana quien sabe, no sabre si fue rubia,
si blanca o canela la humedad de esta pena,
y quizás te recuerde si me adentro en la lluvia,
o tal vez me entre la risa si acaricio la arena.

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